Reseña: Plañido - Sofía Guardiola Villaverde

 

Género: reflexivo, intimista, contemporáneo

Temas: vida/muerte, España vaciada, éxodo rural, tradiciones, edad

Editorial: Viento Norte Editorial

Plañido es una novela corta y la primera obra publicada por Viento Norte Editorial.
Se trata de una historia reflexiva cuyos temas versan alrededor de la vida, la muerte, la vida en los pueblos y la recurrente marcha de la población joven a la ciudad.

Además, rescata una profesión muy antigua que yo desconocía: la de plañidera, mujeres que son contratadas para llorar a los muertos en los funerales.
Me ha sorprendido mucho que algo así pudiera existir. En la novela se reflexiona si no es acaso «prostituir la tristeza o el dolor». Desde luego es una figura que a mí me incomodaría encontrar en un entierro. Pensaría en que hay alguien haciéndose notar por encima del resto en un momento doloroso, y que ni siquiera está haciéndolo por verdadera pena, sino por dinero. Pero bueno, está reflexión no tiene tanto que ver con la historia en sí.


La historia nos lo cuenta Teresa, una mujer de mediana edad que se quedó a vivir en el pueblo, mientras que vio a muchos de sus amigos, familia y a su primera pareja marchar a la ciudad. Cuando un día le ofrecen trabajar como plañidera en un funeral, acepta sin saber que gracias a este estrambótico empleo, va a comenzar un viaje de reflexión y autodescubrimiento.
Y es que el nombre de libro, Plañido, no solo me parece que hace referencia a la acción que debe realizar Teresa, sino a este viaje de la protagonista en la que con cada funeral, ella descubre algo nuevo de sí misma, llora por fin por las cosas que perdió o a las que renunció, llora por las personas que ya no están en su vida, por las sensaciones que ya nunca volverá a sentir o los sueños que nunca podrá llevar acabo. Su historia es un plañido, un llanto general que la termina dejando liberada y renovada. O al menos, así me ha gustado interpretarlo.

«A menudo, la gente del pueblo me había alabado por cosas que yo no había querido hacer, que estaban motivadas por una culpa absurda y por la necesidad de contentar a todo el mundo [...]. Siempre me había resultado horrible cargar con el peso de ser una santa, de hacer lo que se esperaba de mí en todo momento y, aunque aborrecía aquel papel, no podía dejar de representarlo».

Me ha parecido especialmente interesante leer sobre la edad y las diferentes sensaciones, emociones y pensamientos que se tienen en cada etapa. Teresa es una mujer de mediana edad que reflexiona sobre todas aquellas cosas que ya no podrá tener debido a su edad, sobre la pérdida de las sensaciones adolescentes y la inocencia a la hora de vivir cada experiencia, o los nuevos miedos o inseguridades que aparecen con la edad. En un punto de la novela, Amparo, una amiga de Teresa, muere, y esto le desata una oleada de malestar que nunca antes había sentido: tener la muerte en los talones, o al menos, más cerca, tanto como para empezar a considerarla.

«—[...] Esta es una edad rara, la primera en la que empiezas a sentir que te falta el tiempo, y que hay cosas que simplemente ya nunca podrás hacer. De pronto no hay futuro ante ti que te permita posponerlo todo con calma, con impunidad, pensando que ya habrá tiempo para eso. Da mucho miedo, la verdad».

Siguiendo con el mismo punto, considero que es un tema muy bonito e importante que tratar. Imagino que la juventud siempre se ha romantizado. Lo joven se suele considerar automáticamente «bueno», «emocionante», «mejor». A medida que cumplimos años, parecemos alejarnos de todo aquello que promete en la vida, o así se nos vende. Un triunfo en una persona joven parece estar siempre mejor considerado (¡Publicó su primer libro a los 19 años! vs ¡Publicó su primer libro a los 47 años!). Como si con cada año, perdiéramos valor, perdiéramos oportunidades. Y, en parte, algunas sí se pierden, pero porque dan pie a nuevas etapas también llenas de emociones, sensaciones y aprendizaje. Distinto, no mejor o peor. 

«Por primera vez en mi vida sentía que no tenía la acuciante necesidad de que me pidieran matrimonio y me quisieran para siempre, como si pronto fuese a ser demasiado tarde para ello, como si aquel tren pasase solo una vez en la vida y yo estuviera continuamente a punto de perderlo».

Yo creo que es un tema que brinda pesadillas a muchas personas —crecer, hacerse mayor, no haber logrado X antes de X edad—, y por eso ver que este libro lo trata, me ha gustado mucho. Además, Sofía —la autora— lo describe a través de Teresa con una facilidad y una naturalidad sorprendentes, teniendo en cuenta que es una chica de veintitrés años —y esta vez no lo digo porque sea una persona joven haciendo las cosas muy bien, ¡que también!— sino porque me parece fascinante la manera de empatizar con un rango de edad al que aún no ha llegado. Creo que plasmarlo en palabras requiere de una labor de investigación, conversación y empatía elevada, al que ojalá algún día pueda llegar yo también en mis escritos.

 «Ni él ni su comportamiento me habían decepcionado en absoluto, no era eso, sino más bien la constatación de que el sexo juvenil —o lo que yo recordaba de él— no iba a volver nunca, de que las experiencias cambian y maduran de igual modo en el que nosotros lo hacemos. [...] A pesar de que no lo constaté nunca, el silencio de Jorge, tan denso y chocante como el mío, me permitió tener la certeza de que los dos estábamos experimentando lo mismo, una batalla contra nuestras expectativas [...]».

Me pasaría media reseña introduciendo párrafos que me han gustado, pero al final terminaría plasmando toda la novela, ya que es muy cortita y se lee en un par de días, lo cual es un punto a su favor. El ritmo es rápido y las reflexiones certeras. 

Añadido:

El otro día, comentando el libro por encima con mi familia, tuve una conversación muy interesante acerca del oficio de plañidera, los funerales y la muerte, en general. Y es que este es un gran tema, por supuesto, en Plañido, y creo que no lo toqué lo suficiente en la reseña, aunque da para mucha reflexión.

En Plañido se muestra cómo en los pueblos se va a los funerales de las personas, aunque no se sea familiar. Hay una ley no escrita de acompañamiento, y esta figura, la de la plañidera, precisamente estaba para eso, para acompañar y dar apoyo a la familia en unos momentos tan duros, para compartir el peso de la pérdida y así ayudar a la familia a seguir adelante.

En una sociedad cada vez más individual, la muerte se convierte en más tabú de lo que ya era. Los velatorios y los funerales se convierten en un trámite, un lugar de paso, silencioso, con cada vez menos personas. Yo siempre he tenido la sensación de que un funeral es un evento íntimo, que si no tengo la confianza necesaria con la familia, no debería estar ahí, como si molestara, como si invadiera un espacio demasiado personal. Incluso en otras ocasiones, he recibido un “no es necesario que vengas si no quieres”, como si fuera demasiado incómodo y quisieran ahorrarme un mal trago, cuando en realidad el sentido de un funeral es estar ahí, apoyar, llorar, reflexionar, distraer y, al mismo tiempo, recordar. Imagino que cada persona y cada familia es un mundo, y algunas personas sí prefieren un acto más íntimo. Pero también da miedo pensar que la comunidad se pierde, poco a poco, se reduce a familias, e incluso a veces, disminuye y disminuye… y se deja a las personas solas ante la muerte. No al muerto en sí, sino a los que quedan vivos. A los que tienen que seguir, pero de repente tienen que afrontar la pérdida por su cuenta, solos.

En conclusión, recomiendo mucho esta novela.

Si has leído este libro, ¡dime qué te pareció en los comentarios! Y si no, ¿te llama la atención?

Un abrazo,

Laura

No hay comentarios:

Publicar un comentario