Cineseña: Las ocho montañas

 
Temas: amistad, estilos de vida, paso del tiempo, familia, montañismo
Basada en la novela del mismo título, de Paolo Cognetti
Directores: Felix van Groeningen y Charlotte Vandermeersch 
 
Una película que ofrezca visuales de los Alpes tiene que ser bonita a la fuerza (siempre que no sea un dramón) y Las ocho montañas no decepciona. La historia está narrada por Pietro, un chico de ciudad que comienza a pasar los veranos en un pueblecito de montaña, y cuenta cómo fue la relación de amistad que se generó entre él y un chico montañés llamado Bruno. Los dos niños se conocen en el pueblo, son muy diferentes, uno dedicado a la ganadería, el otro, un joven estudiante. Tras varios veranos, su amistad se paraliza cuando los separan: el padre de Bruno se lo lleva a Austria para trabajar de albañil, como él, después de que los padres de Pietro le ofrezcan que el niño viva en Turín con ellos para que pueda estudiar. 
Pietro continúa con su vida, pasa por la adolescencia, discute con su padre —con el que antaño salía a la montaña—, deja de hablarse con él, decide dejar de ir al pueblo. No vuelve a saber de Bruno en muchos años, hasta los treinta, cuando un suceso trágico le hace volver al pueblo y reencontrarse con su viejo amigo. A raíz de ese encuentro, comenzarán una misión juntos: reconstruir una casa de montaña, que les servirá para rescatar la amistad que los unió, compartir qué fue de la vida de cada uno, aprender el uno del otro y tener un punto de encuentro para los años venideros.
 
 
 
La película reflexiona sobre el paso del tiempo, los lazos, los diferentes tipos de relaciones y las diferentes maneras de mostrar el amor. Durante un viaje a Nepal, a Pietro le cuentan la leyenda de las ocho montañas de la vida, que rodean a una grande, única, alta. Pietro identifica su vida como ese anillo de ocho montañas: es un joven que no se asienta, viaja, conoce gente, trabaja de todo, escribe. Bruno, sin embargo, representa esa gran montaña central y única: decide pasar toda su vida en la montaña que lo vio crecer —de la que su padre le sacó de niño—, y formar una familia, un negocio, esperar a su amigo cada verano.
 
 
 

Visualmente, la película es tranquila y nostálgica. Los paisajes de montaña abundan, tanto en invierno como en verano. La montaña representa la vida, que para Pietro se paraliza cada vez que tiene que volver a Turín. 

Varias de mis escenas favoritas son aquellas en las que Pietro descubre el antiguo mapa de senderismo de su padre, con los picos que subió durante toda su vida señalados con rotulador. Ya de adulto, decide subir todos los picos a los que subió su padre, encontrar el cuaderno que se guarda en cada cima y leer el mensaje que dejó, marcar su propio ascenso en el mapa junto con el de su padre y Bruno. Es una escena que me hizo saltar las lágrimas, tal vez porque a mí también me gusta mucho el senderismo y también fue mi padre quien me inició, tal vez porque vi cómo Pietro se reconciliaba con su padre, aunque fuera tarde, a través de esa pasión que los unió.

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