Género: ficción histórica
Temas: vida de William Shakespeare, duelo, peste, vida familiar, Edad Media
Por fin me he leído uno de los
libros de los que más había escuchado hablar este año. Me llamaba mucho la
atención y le había echado el ojo ya varias veces, pero no me decidí hasta ver
esta edición en inglés en la Feria del Libro de Madrid. Y la verdad que ha sido
todo un acierto, he disfrutado muchísimo la historia, la manera en que está
contada, los personajes… aunque hay ciertos puntos de la novela que me han
dejado con incógnitas.
Pero, ¿de qué va esta novela? Te
habrá llamado la atención el título, sin duda, tan parecido al de la famosa
obra de William Shakespeare, Hamlet. Pues es, de hecho, una novela que
ficciona la historia de la familia Shakespeare, centrada en el punto en el que
su hijo Hamnet muere, y cómo ambos padres pasan por el duelo por haberlo
perdido, cada uno de una manera diferente. Por parte de Shakespeare, resultando
en la obra Hamlet, escrita cuatro años después de la muerte de su hijo y que,
aparentemente, no tiene nada que ver con éste.
«How easy is it, Agnes thinks, as
she lifts the plates, to miss the pain and the anguish of one person, if that
person keeps quiet, if he keeps it all in, like a bottle stoppered too tightly,
the pressure inside building and building, until – what? Agnes doesn’t know».
«Qué fácil es, piensa Agnes
mientras recoge los platos, no darse cuenta del dolor y la angustia de una
persona si esa persona guarda silencio, si se lo queda todo dentro, como una
botella cerrada, la presión dentro aumenta y aumenta hasta - ¿qué? Agnes no lo
sabe».
TODO LO QUE ME HA GUSTADO
La novela comienza con una niña
enferma de peste. La niña es Judith, una de las hijas del famoso dramaturgo y
de Agnes, su mujer. Su hermano gemelo, Hamnet, busca a su familia para que le
ayuden. Y entonces, comienzan las regresiones al pasado, donde se nos presenta tanto
la familia de William y su infancia en Stratford upon Avon, siendo el mayor de
bastantes hermanos y también el más maltratado por su padre, que le tilda de
vago y débil; como la infancia de Agnes, una chica que nace y vive en una granja
cercana al pueblo. Agnes es una joven que se presenta como una especie de
druida o bruja de la época: sabe sobre plantas medicinales y cura a la gente,
tiene una relación muy especial con los animales y tiene una intuición muy
fuerte, incluso llegando a tener premoniciones sobre el futuro.
Los personajes están todos muy bien
construidos, así como las relaciones entre ellos, y la ambientación en la
Inglaterra medieval me ha encantado —compara la vida en el campo y en ciudades
como Stratford o Londres—. La prosa de la autora es tranquila y calmada, tiene
unas metáforas preciosas y además incluye ciertos puntos de realismo mágico que
hacen de la historia una experiencia muy bonita de leer.
Me gusta el hecho de que la novela
esté tan centrada en las emociones de los personajes ante la muerte de un hijo
o un hermano, que narre precisamente la construcción de una familia desde su
base y cómo la pareja que conforman Agnes y su marido va creciendo, apoyándose
y cuidándose —William está perdido y deprimido en Stratford, Agnes le animará a
marcharse a Londres a buscar trabajo, aunque no saben aún de qué—, hasta que se
forman las primeras brechas —William no parece que vaya a volver jamás de
Londres, no saben muy bien a qué se dedica, cada vez vuelve menos, cada vez les
escribe menos—, y finalmente, la vida les asesta con el golpe de la muerte de
un hijo. También me gusta que no se demonice ningún personaje, si no que como
lectora haya podido entender las posiciones de todos. Al fin y al cabo, son
personas lidiando con la vida en una época muy dura, y esto queda reflejado.
Es cierto que es una historia muy
ficcionada, por supuesto, es la historia que O’Farrell quiso imaginar. Por lo
que he leído, se tiene muy poca información de la vida personal de Shakespeare,
todavía menos de su familia. No se sabe mucho sobre su matrimonio, ni de qué
murió realmente Hamnet.
No obstante, me gusta que O’Farrell
haya decidido presentarlos a todos y contar la historia de una familia normal.
Sí es cierto que Agnes tiene más protagonismo, pues se enfoca como el personaje
cuidador: cuida de sus hijos, de la felicidad de su marido, es la que se mueve
entre bambalinas (nunca mejor dicho) y es un personaje muy carismático e
interesante. Eso no ha hecho que se le quite protagonismo al propio William, a
mi parecer. Le vemos crecer, vemos lo que piensa, hasta que se aleja, vuela del
núcleo familiar para dedicarse a algo, y entonces le vemos a través del
resto de personajes, de sus cartas —o la escasez de estas—, de escenas cortas
en un teatro de Londres. Es curioso, porque durante toda la novela me dio un
poco de rabia que no se le nombrara ni una sola vez. Sí, has leído bien. No se
le llama por su nombre en ningún momento, no hay ningún William ni
ningún Shakespeare escritos en las 368 páginas que tiene la novela. Pero
es que no es necesario, desde el momento en que aparece en escena, como «el
maestro de latín» ya sabes que es él. El marido, el hermano mayor, el padre, el
maestro, el dramaturgo. Hay quien piensa que la autora lo hace para centrarse
en la figura de Agnes y elevar su protagonismo, y puede ser, pero yo
simplemente creo que la autora no habría conseguido un personaje «terrenal» —un
chico perdido, maltratado, pero al mismo tiempo cariñoso, inteligente, lleno de
miedo, que toma decisiones pobres, o es demasiado vulnerable—, solo habríamos
visto al «gran William Shakespeare», porque ese nombre es hoy en día demasiado
poderoso, demasiado emblemático. Así que ha preferido omitirlo, porque
necesitaba alejarse de él para conseguir el efecto que quería. De hecho, es un
personaje que me ha generado mucha ternura y con el que creo que es fácil
identificarse —dentro de que es un marido/padre ausente durante gran parte de
la novela—.
Por último, mención especial a
Bartholomew por ser el mejor hermano, el personaje más bueno, justo y
tranquilote.
LO QUE ME HA DEJADO DESCONCERTADA
Lo que no me ha gustado son los
hilos que se quedan flotando en el aire. Algunos, creo, se quedan justificados
en esa especie de realismo mágico —¿pasa esto o pasa aquello?
¿Pasan las dos cosas? Ah, magia, no es importante—. Si no quieres
hacerte spoilers, mejor no leas nada de esta sección, aunque mi intención no es
hacerlos.
La sinopsis de la obra dice que la
historia comienza con Judith enferma, pero que finalmente muere Hamnet. Bueno.
¿Vale? La historia juega con la similitud entre los gemelos, será uno, será
otro… pero durante las primeras páginas se señalan rasgos que los diferencian y se
hacen mención a esos rasgos bastantes veces. Pensaba que serían clave para que
al menos los demás personajes pudieran tener alguna clase de reacción a los
eventos. Pero no. Una vez se produce la muerte de Hamnet, nadie se extraña,
todo el mundo lo acepta y la novela se centra totalmente en el duelo de la
familia, se queda atrás todo el posible misterio alrededor de la muerte de uno
de los gemelos (que es en lo que parecía que se iba a sustentar la novela, en
un principio). Yo tuve la suerte de que esa segunda parte de la novela me
pareció bonita e interesante, pero si no hubiera sido el caso, tal vez me
habría sentido un poco estafada por la promesa de la sinopsis.
Por otro lado, hay personajes y
relaciones que al principio parece que van a tener mucha importancia en la
novela y posteriormente, no la tienen (como es el caso de John, el padre de
Shakespeare, y la relación que tiene con su familia).
No obstante, esto último no me ha
impedido disfrutar de la novela y que me haya despertado mucha curiosidad sobre
esta época y sobre Shakespeare.
Finalmente, uno de los puntos que más
me llamaba la atención era la relación entre la muerte de Hamnet y la creación
de la obra Hamlet, precisamente porque me parecía difícil de sustentar. El
nombre se podía escribir de las dos formas y tal vez el padre quiso rendir un
pequeño tributo a su difunto hijo nombrando igual al personaje y a la obra - aunque incluso esto puede no ser cierto, ya que hay otras influencias que
parecen más lógicas en las que el autor pudo haberse basado para el nombre del
príncipe de Dinamarca. Tal vez ambas teorías sean ciertas. Sin embargo, la
relación no acaba ahí según O’Farrell, sino que se basa en una escena concreta
que el dramaturgo pudo tener la oportunidad de interpretar junto a un actor
joven, muy parecido a su hijo, y con ella «despedirse» de él a través de lo que
mejor sabía hacer: la escritura y el teatro. Este punto no lo clasifico porque,
aunque no me convence del todo la teoría de la autora (me parece demasiado
rebuscada para ser cierta), me ha parecido muy emotiva y creo que pega mucho
con la forma que tenemos los escritores de curarnos a través de la escritura
—aunque sea de ficción—, además de ser un final bonito para la novela y para el
matrimonio de los Shakespeare: un final de mutuo entendimiento del dolor.