
Mendel el de los libros es una novela corta de Stefan Zweig que representa la memoria y el paso del tiempo de una manera costumbrista, nostálgica y algo desoladora.
La historia la narra un hombre que, un buen día, se mete en un café vienés para protegerse de la lluvia. Una vez dentro, se da cuenta de que ya estuvo en aquel lugar cuando era un joven estudiante y recuerda al viejo Mendel, el de los libros, un personaje que solía frecuentar el café. Tan extraño le resulta no encontrarlo, que pregunta por él, pero el café ha cambiado mucho y nadie recuerda a este hombre, que solía leer, comprar, vender libros y asesorar a toda persona que necesitara una lectura. Finalmente, da con la vieja señora de la limpieza, que le cuenta la historia del señor Mendel, y cómo pasó de ser un erudito querido por todos, a prácticamente un mendigo, tras la captura por el gobierno nazi y su estancia en un campo de concentración.
Es una historia simple, pero trágica, que muestra los estragos de la guerra en una persona de a pie y que nada tiene que ver con el conflicto. Vive tan encerrado en el mundo de los libros, que apenas se entera de la guerra y las confrontaciones entre países. La manera en que su esencia decae hasta hacerle dejar de ser persona, debido a la crueldad de otros, me generó mucha rabia. Mientras, el tiempo continúa, el café cambia de dueños y clientes, las personas que una vez lo conocieron se olvidan de él, de sus libros y de la mesa que solía ocupar.
Cuando terminé de leer este relato, me di cuenta de que ya había leído algo parecido antes, con esta esencia nostálgica y estos personajes venidos a menos, pero enfocados con la mirada de un protagonista que sabe valorarlos y admirarlos. Recordé que hace tiempo leí un relato llamado La colección invisible, sobre un viejo coleccionista que se había quedado ciego y que ignoraba que su mujer y su hija habían vendido todos sus objetos de colección para poder sobrevivir, y se dedicaba a enseñar orgullosamente los estantes vacíos. Cuando he ido a buscar su autor, efectivamente, también es Stefan Zweig. Sin duda, los relatos de este autor tienen una marca de identidad propia y no dejan indiferente.
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