Reseña: Niebla - Miguel de Unamuno

 

 Sin género, clásico

Temas: existencia de la identidad propia

Esta novela, o nivola, como la llamaría el autor, ha estado en mi estantería mucho tiempo, esperando el momento de que la desempolvara. Por fin, el momento llegó y he de decir que me ha fascinado y me la he leído en muy poco tiempo.

Tiene un carácter filosófico muy marcado: reflexiona sobre la propia identidad, sobre el alma, el amor y lo que éste significa, sobre la libre elección y la toma de decisiones frente a que, tal vez, las tome por nosotros un ser superior. Para expresar todo esto, Unamuno hace uso de su personaje Augusto Pérez, un chico de buena familia en edad de casarse, al que los hilos de la historia parecen arrastrarle de un lado a otro, reflexionando a través de los actos cotidianos de su vida y de las mujeres con las que se cruza.

El mundo es un caleidoscopio. La lógica la pone el hombre, el supremo arte es el del azar.

Me ha sorprendido el toque humorístico de la novela, ya las primeras páginas me hicieron reír y coger cariño a Augusto, un personaje que da la impresión de estar un poco perdido. Es un personaje muy peculiar, que destaca por cuestionar cada pequeña cosa que le ocurre en la vida, para suplicio de sus dos sirvientes, Domingo y Liduvina, que aun así quieren mucho a su señorito; o de Víctor, su mejor amigo, con el que comparte todos estos rompecabezas.

Una de las cosas más llamativas de la novela es, precisamente, el juego que hace Unamuno utilizando la metadiégesis, es decir, metiéndose a él como escritor en la propia novela. ¿Somos las personas, como Augusto, personajes de ficción cuya voluntad está atada a lo que nuestro escritor, nuestro Dios todo poderoso, tenga pensado para nosotros? ¿Un personaje de novela será consciente de que su vida no existe más allá de las páginas? ¿Qué ocurriría si se enterara? Esta reflexión es la que nos permite hacer Unamuno en Niebla, además de muchas otras.

«La función más noble de los objetos es la de ser contemplados. ¡Qué bella es una naranja antes de comida! Esto cambiará en el cielo cuando todo nuestro oficio se reduzca, o más bien, se ensanche a contemplar a Dios y todas las cosas en Él. Aquí, en esta pobre vida, no nos cuidamos sino de servimos de Dios; pretendemos abrirlo, como a un paraguas, para que nos proteja de toda suerte de males».

Según Unamuno, la vida es niebla, una cadena de acciones que no alcanzamos a ver, que se van definiendo con el paso del tiempo, un estado en el que las personas caminamos sin rumbo, perdidas constantemente, pero notando el peso de nuestra existencia. 

Los personajes femeninos, aunque son un medio de reflexión para Augusto, que se enamora de una y otra, me han parecido también muy buenos, sobre todo Eugenia. La verdad que la decisión que toma al final me pilló algo desprevenida (en este tipo de novelas más clásicas, estoy acostumbrada a que los protagonistas acaben juntos porque sí) y me gustó mucho, respeta la coherencia de su personaje y además pone en su sitio a Augusto, a mi parecer, ridiculizando un poco toda la idea el amor a primera vista y la obsesión del protagonista con ella, que apenas la conoce (se enamora de ella igual que podría haberse enamorado de otra persona, simplemente fue la primera que se cruzó en su camino, literalmente).

En conclusión, es una novela con muchísimo contenido, cada frase y cada escena es valiosa y estoy segura de que no será el último libro del autor que me lea, pues ya me han recomendado otros, todos con este toque filosófico que a mí me ha parecido muy interesante. ¿Y qué es un libro que no nos hace pensar y reflexionar, aunque sea un poquito?

Me despido con una última cita, probablemente mi favorita.

«El alma es un manantial que solo se revela en lágrimas».
Un abrazo,

Laura

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